Wismar Marval/
El pasado 11 de agosto se cumplieron 9 años de la desaparición física de Gregorio Mijares “Niño Bonito de Patanemo” un cultor popular con un talento único y con una personalidad ejemplar, siempre jovial, lleno de alegría, nunca le faltaba una sonrisa en su rostro, expresiones que dejaron huellas para siempre.
El próximo 28 de noviembre estaría cumpliendo 73 años de su nacimiento, lastimosamente se fue muy temprano, una enfermedad hizo mella en su organismo y lo trasladó con su arte y talento a pintar angelitos celestiales.
Su estilo para plasmar fue centro de atracción en cualquier parte donde colocaba sus cuadros, llenos de colores y figuras.
Sus cuadros se muestran con orgullo porteño en cualquier lugar y recrean los ambientes de casas, oficinas y negocios donde reposan sus trabajos artísticos.
En Puerto Cabello, Venezuela, Cuba, México, Curazao y hasta en Italia conocieron a un artista plástico, que pintó y esculpió, destacando un planteamiento ecológico y antropológico, siendo su arte de carácter tradicional africano y al que conocieron como “Niño Bonito”, quien siempre expresó ternura, amor, jocosidad y una eterna juventud.
Nació con un Don
Gregorio Mijares desde muy temprana edad pintaba las figuras religiosas que su madre tenía en un lugar muy especial de su cuarto, así como las imágenes que veía en las revistas que traía su tía desde la ciudad de Caracas.
A partir de allí comenzó a expresar su arte. Su nombre es Gregorio Mijares y lo apodaban “Niño Bonito”.
Nació en Los Caneyes de Patanemo, un 28 de noviembre de 1948, en el municipio Puerto Cabello, pueblo famoso por su bahía, la cual es visitada por turistas nacionales e internacionales.
Para “Niño Bonito” la figura era una incógnita que pertenecía a un mundo extraño, sobre todo en aquellos tiempos cuando se hablaba de inventos, elementos y animales que aún él no conocía, como el aeroplano, el vapor, la limosina, el elefante y otra cantidad de cosas que escuchaba que existían.
Sin embargo, su imaginación lo lleva a dibujar, en la tierra del patio de su casa, rayas y garabatos con un palito de madera. Es a partir de allí cuando nace su pasión por la pintura. Luego fue a la escuela y no precisamente a la de artes plásticas sino a la pública, donde aprendió a leer y a escribir, a dibujar el mapa de Venezuela, el aparato digestivo y aquellas figuras e imágenes impresas en los textos de educación primaria.
Continuó coloreando y pintando y la casa materna la forró con sus dibujos. En una oportunidad, una de sus maestras le pidió que pintara un cuadro para subastarlo en un evento de acción social. Allí se da a conocer como artista ingenuo. Se apasiona por mostrar en sus cuadros, las escenas y paisajes de la comunidad porteña. Sus trabajos han estado presentes en las mejores salas de arte del país, lo cual le ha permitido ganarse el reconocimiento como “hijo de las artes plásticas” y ser valorado por el resto del pueblo venezolano. Pero no sólo se queda allí, su arte ha transcendido las fronteras y ha recorrido el planeta, “mis obras nacieron para ser vistas por toda la humanidad”, afirmó en una oportunidad Gregorio Mijares.
También fue escultor y en sus obras destacaron un planteamiento ecológico y antropológico siendo su arte de carácter tradicional africano.
“En una eterna armonía, entrelazo la paz del hombre y el ambiente ecológico”, así lo podemos apreciar en “Charquita con botes de papel”, donde muestra a unos niños jugando con barquitos hechos con papel en aguas estancadas.
Humaniza y valoriza su instrumento favorito en “Dos obras, 9 paletas” la cual permanece en el Museo de la Casa de Juan José Flores de Puerto Cabello. Consideraba su lealtad a su obra, principio que lo ha llevado al campo de la sutileza.
“La textura es parte de la riqueza de mi obra, especialmente si es de carácter ingenuo ecológico, la cual juega con muchos elementos que le dan un valor natural a la pintura”, comentó.
En sus esculturas predominó el ensamblaje técnica mixta porque utilizaba varios materiales. Talla en madera de caoba, cují, roble, vera y otros, y les incrustaba piedras.
Entre los reconocimientos, Gregorio Mijares recibió el Inventario de Patrimonio Vivo del Instituto de Patrimonio Cultural (IPC) 2006, la Mención Honorífica Salón Fundarte, Caracas; el Premio Salsomaggiore Turne, Italia 1996; la medalla en grado Caballero, Gobernación del estado Carabobo, 2004, y la Orden Botón de la Ciudad en su única clase Toma de Puerto Cabello, Carabobo, Venezuela 2006.
Participó en la Muestra Rural del Ministerio de Educación, Caracas, 1968; en el XLIII Salón de Artes Visuales Arturo Michelena, Valencia, Carabobo, 1984; en la muestra de la Cámara de Comercio (1984, 1985, 1987 y 1990), Puerto Cabello, Carabobo; muestra del Ateneo de Cabudare, Barquisimeto, estado Lara 2000; Muestra Popular en la Embajada de Estados Unidos, 2005 y en la exposición Dos Mundos, Galería Minerva, La Victoria, Aragua, 2006.
Gracias, Gregorio Mijares “Niño Bonito de Patanemo”, por toda la pintura que nos dejaste, antes de partir ese triste sábado 11 de agosto de 2012.
Fuente: Internet