Wismar Marval/
La imagen es deprimente, ver a niños, jóvenes, adultos y personas de la tercera edad haciendo cola para poder llenar un tobo de agua de una “pilita” en todos los sectores de Puerto Cabello.
En un “chorrito de agua” esperan por largas horas para poder llenar sus envases, gota a gota, esperan pacientemente hasta ver cristalizado el sueño de regresar a su casa cargados con agua, por lo menos para un día.
Es un proceso agotador, primero deben madrugar y buscar la forma de llevar los envase, en carro, bicicleta, carritos de rolineras, coches de niño, u otra forma de transporte , lo importante es llevarlos hasta el lugar y después ver como se regresan.
Luego de salir apurados para colocarse en los primeros puestos de la cola, al llegar a esta se consiguen que muchos amanecieron pegados toda la noche para poder solventar la crisis de la sequía hogareña.
Van arrimando poco a poco los envases, tobos, pipotes, bidones y todo lo que puedan llevar para llenar de agua en una larga fila.
Estos recipientes son como los cilindro de gas, o los vehículos para surtir gasolina, pasan casi igual trabajo y a veces tardan horas para poder llenar.
Cuando le toca el turno pueden durar hasta 45 minutos y una hora en llenarse los envases, y por ello se organizan y están exigiendo que máximo sólo sean 10 envase por persona.
Los necesitados del agua marcan los recipientes con sus nombres para evitar confusiones y que el “más vivo diga que el pipote es de él”.
Venezuela es uno de los países con las mayores reservas de agua dulce del mundo y cuenta con alrededor de 90 cuencas hidrográficas, pero esto no quiere decir que haya un buen servicio.
De acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), una persona debe utilizar en promedio 100 litros de agua al día para satisfacer sus necesidades tanto de consumo como de higiene.
Pero en Puerto Cabello nadie puede darse el lujo de utilizar 10 litros diarios.
La revolución deshidrata
Aníbal, habitante del sector El Fortín, dijo que tiene más de 5 meses con la ropa amontonada y sucia, que sólo puede lavar un par de interiores, dos shores y dos franelas una vez a la semana para salir a buscar leña para cocinar, expresó que está sobreviviendo en revolución, ya que él y su familia creyeron en el proceso revolucionario y ahora se da cuenta que se equivocaron.
“Aquí de 7 personas que vivimos, 5 votamos por la revolución, los otros dos no, por ser menores pero este año les tocará votar, y que ambos cumplirán 18 años, la revolución nos tiene deshidratado” informó.
“Aquí pusimos días para bañarnos, somos 7 miembros en la familia y tenemos que racionar el poquito de agua que logramos conseguir, yo me baño tres veces a la semana y para hacer necesidades fisiológicas deben subir al cerro, hay que ahorrar agua para la comida y para beber, aquí casi todos tenemos la ropa sucia y esto puede traernos enfermedades”, contó Aníbal.
Marian López, es otra habitante del sector El Fortín, dice que está al borde de la desesperación, sin gas, sin agua, la luz se va a cada rato, tiene el carro parado por batería y gasolina, y que perdió la cuenta de cuánto tiempo lleva sin salir una gota de agua por tuberías.
Dijo sin pena alguna, que en su casa hay platos, ollas, sartenes, cucharas, tenedores, cuchillos, vasos amontonados en la cocina, la ropa sucia no cabe en la cesta y ni una media de niño entra allí, dijo que su hermana mayor tiene el período y no tiene con qué asearse y que para poder mantener al bebe limpio… (Tiene un niño de 1 año y meses) debe hacer magia.
“Imagínate no hay agua para bañarlo, cambiarle el pañal, hacerle el tetero, lavar los corotos y cuando le da calor llora y se priva, y yo no puedo hacer nada, en días pasados lo tuve que bañar con el agua que sale del aire acondicionado, ojala no sea dañino a su salud, pero hasta ahora no le ha pasado nada” acotó.
“Tan solo queremos que vengan aquí a buscar votos, aunque creo que no se atreverán, deberían tener un poco de vergüenza, aquí no los queremos” puntualizó Mariam López.