Hace algunos años, por allí en la época del 70/80, en el Mercado Libre de la calle Carabobo de Puerto Cabello, iban y venían mujeres indígenas -se conocían por sus vestimentas y porque eran las únicas que vendían tales objetos- con varios mostrarios de azabaches, peonías y cintas rojas de varios tamaños, ofreciéndolos a los transeúntes y a los que circulaban por la zona. Habían de diversas proporciones. Los azabaches eran en forma de mano abierta, de puño, algunos con el pulgar metido entre índice y del medio -uno aún lo ve como algo grotesco y vulgar- y las peonías rojinegras engastadas en hilo dorado listas para colgar de una cadena o tira.
Eso ya no se vé por aquí.
Pensaríamos entonces que esos objetos contra el “mal de ojo” desaparecieron como desapareció también, el famoso y universal “mal de ojo”.
Pero no. Nada más lejos de la verdad.
Personalmente conozco a individuos que sin querer, emiten vibraciones extrañas a través de la mirada.
Una vez tuve una planta o mata de jade que me había costado una fortuna. Hermosa y grande. La mata estaba justo a la entrada de la casa, frente a la puerta, y, llegó una persona de visita y cuando la vió dijo textual: “esa mata está estupenda para venderla”. Al día siguiente, la mata de jade se había podrido toda, estaba negruzca y muerta. Tuve que botarla.
Y cuando era muchacha, en un negocio que se llamó “Salón Alicia”, en el que vendían trajes de novia, comunión y fantasías bellísimas -en el antiguo Mercado Municipal del puerto antes que hicieran el mamotreto del Marina Center- entró al lugar una señora con una niña en brazos y la expendedora -de ojos azules- se le acercó a la infante y dijo: “que bebé tan bella tiene usted”. Enseguida la niña comenzó a doblarse y ponerse rígida con las manos torcidas, mientras vomitaba un líquido extraño por su boca. La madre atónita y asustada comenzó a gritar llamando la atención de quienes estábamos en el local.
Eso fue increíble.
A través de diversas lecturas he sabido que las personas con los ojos particularmente azules son más propensas a emitir fuerzas ocultas hacia objetos o personas, inclusive, la gente de ojos azules puede hipnotizar más rápidamente a cualquier mortal. Y se dice que, los buenos especialistas en psicología, tienen también, los ojos azules.
Los ojos azules son un emblema para llevar en zarcillos, collares, pulseras o, colgando del retrovisor del vehículo, o puestos en la casa, a la entrada, para evitar que cualquier ser use esos métodos -quizá desconocidos por la propia persona- y le eche un “mal de ojo” a lo que vé.
Por si acaso, búsquese unos ojos azules de vidrio tipo turco -que venden en lugares especializados- y úselos, porque además de verse bonitos en la persona, quien quita que le protejan y le cuiden de cualquier beriberi que le vaya a dar por culpa de un “mal de ojo”.
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