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A bordo del Barco de transporte T-71 llegó Robert y demás venezolanos a la tierra de Bolívar/ Foto;: Cortesía

¡Estoy vivo para contarla…! En casa nativo de Puerto Cabello que estaba detenido en Trinidad

Wismar Marval/

Pasó las de Caín, como se dice en un refrán criollo, el nativo de Puerto Cabello que se encontraba entre los  detenidos en Trinidad-Tobago al tratar de regresar a su tierra natal Venezuela en un bote, pero fueron capturados por las autoridades de ese país y señalados como migrantes que pretendían ingresar ilegalmente a la isla, cuando en realidad lo que querían era salir de ella.

El AB Margarita T-71 duró tres días para cumplir el recorrido y traer a los venezolanos/ Foto: Cortesía

 

Fuimos a la vivienda de Robert (omitimos su apellido por respeto al entrevistado) quien cordialmente nos recibió en la urbanización San Esteban con cara de alegría por estar reunido con su familia, con el rostro muy en alto y expresión de seguridad verbal, durante varios minutos conversamos para que nos diera su versión de las vivencias y experiencia obtenida en esta travesía marítima.

A fuerza de filet de sardina se mantuvieron en el buque T-71 de la Armada Venezolana/ Foto: Cortesía

 

“Iba a ser la segunda oportunidad de venir a Puerto Cabello desde Trinidad -Tobago a pasar las fechas navideña con mis familiares, el año pasado vine tranquilamente  vía marítima y luego regrese sin novedad a mi trabajo en Trinidad donde prestaba mis servicios en una empresa constructora de obras civiles y ya tenía dos años laborando con ella de forma legal, tenía mi carnet de estadía para poder trabajar enmarcado dentro de las leyes de ese país”, nos comentó Robert.

 

Las autordades esperaron en Boca de Macareo, parroquia Juan Millán, del municipio Tucupita/ Foto: cortesía

“Ese día de regreso a mi país cuadramos para salir en horas de las madrugada, 3:00 am aproximadamente, nos cobraban 200 dólares para traernos, yo no conocía a las otras personas que estaban también preparadas para retornar; traía conmigo tres bolsos grandes, con ropa y otros artículos, comencé a caminar hacia el bote para montarme  y en ese momento al parecer uno de los pilotos de una de las embarcaciones reconoció inmediatamente en la oscuridad reinante el sonido del motor de un patrullero Guardacostas de Trinidad y dijo ahí viene guardacostas y efectivamente los guardacostas enciende los faros de luces y comienzan a disparar al aire y gritan “todo el mundo alto, que nadie se mueve” con frases en Ingles.

 

En el gimnasio cubierto de Tucupita, se les practicaron las pruebas de descarte del COVID-19 / Foto: Cortesía

“Con el oleaje provocado por el barco Guardacosta las dos embarcaciones que estaban preparadas para traernos de regreso, salieron fuera de la playa con los motores encendidos y entre el ruido de esos motores, disparos, gritos en ingles de las autoridades y llanto de los niños y mujeres, la situación se convirtió en algo desesperante, yo me devuelvo y comienzo a caminar como si nada, pero de repente aparecen más militares o policías y veo que hay dos personas adultas con dos niños sentados muy asustados  al frente de una casa vieja y me senté al lado de ellos, uno de los efectivo policiales se dirige hacia mí y me dije “come here” y me le voy acercando poco a poco y luego me dice “stop” y le digo bueno me dijiste que me acercara y ahora me paras , en ingles me dice que me ponga en el piso y me quita el phone (teléfono), me lo revisa y se queda con él, allí comienza el calvario “.

 

Los venezolanos pasearon durante casi tres días en la embarcación de Guardacostas de Trinidad/ Foto: Cortesía

“Nos montan en el guardacostas, pero nuestros bolsos y pertenencias quedan en los otros botes, y los militares trinitarios aprovechan la oportunidad para revisar el contenido de los bolsos y se quedan con laptops, ropa, celulares y dinero que había en ellos, o sea nos robaron de frente”.

“Decían que las embarcaciones trasladan personas para ingresar a la isla y  nosotros en ningún momento vimos a esas supuestas personas, si acaso esa versión tendría validez, a lo mejor pasaron mucho antes de que nosotros llegáramos a la playa, pero nunca vi a nadie, tan sólo nosotros, los que queríamos salir de allí, éramos 29 en total con varios niños y el más pequeño tendría como 9 meses””.

“Duramos tres días en el Guardacostas paseándonos, fuimos testigos cuando recogieron del mar los cadáveres de dos personas venezolanas que estaban entre las desaparecidas de la semana anterior .”

“Durante esos días nos daban buena comida y agua; en la embarcación  había un militar Trinitario que se la tiraba de malo y enseñaba la palma de su mano derecha y decía “aquí está Pablo Escobar” amedrentando a los venezolanos y en varias oportunidades la agarró con uno de los nuestros y le entró a cachetadas con la palma de Pablo Escobar, aunque nunca vi la relación Pablo Escobar con la situación del momento”.

“Luego nos llevaron a la sede de Guardacostas y llegaron 5 personas, presumiblemente jueces y fiscales con un traductor a su lado, quienes nos hicieron un juicio verbal y nos explicaron que si queremos seguir en Trinidad debemos pagar tres años de cárcel y una multa o si no serán repatriados, y es lógico que todos dijimos vamos de regreso a nuestro país”.

“Luego de tres días, el miércoles 15, como a las 11 de la mañana ya en los límites marítimos entre ambos países nos entregan a las autoridades venezolanas quienes nos reciben a bordo del  Barco de transporte T-71  perteneciente a la Armada Venezolana, durante la entrega los militares Trinitarios se burlaban con su lenguaje en Ingles al ver las maniobras de los soldados con el mecate grueso del barco T-21 ya que para moverlos se veían esforzados y le decían a los soldados venezolanos que estaban desnutridos, que si no comían bien, están muy delgados y falta de peso; los nuestros no entendían y les dije les están diciendo que están flacos y esqueléticos”

“Allí montados en el T-71 duramos tres días para llegar a Tucupita, el buque venía con un solo motor a un cuarto de máquina, hacía un ruido infernal estaba lento, traía fallas, rezábamos por llegar rápido y ver a nuestros familiares”.

Filet de sardina tres veces al día

“Durante nuestra estadía dentro del T-71 desayunamos una arepita de trigo con filet de sardina, almorzábamos un poquito de arroz con filet de sardina, cenábamos un poquito de arroz con filet de sardina, o sea pasamos tres día con el mismo menú , con razón los integrantes de la tropa estaban tan delgados ya que era de imaginarse que ellos también comían puro arroz con sardina, pero ustedes se imaginan un filet de sardina, eso no llena ni una muela, nos dieron agua amarilla, turbia como de manglar con sabor a sal, gracias a dios llovió y como pudimos llenamos envases con agua de lluvia para poder tomar, o sea, el agua de lluvia tenía mejor sabor.”

Tocan tierra venezolana

La mañana del sábado 19 de diciembre llegan a tierras criollas y fueron recibidos en la comunidad de Boca de Macareo, parroquia Juan Millán, del municipio Tucupita, un buque de la Armada Nacional con 74 connacionales, 55 adultos y 19 menores, procedente de la Isla de Trinidad y Tobago, deportados por las autoridades de ese país.

Los venezolanos fueron recibidos por organismos de seguridad y el sistema de protección conformado por la Fiscalía del Ministerio Público, IDENNA Delta Amacuro, Consejo de protección de niños, niñas y adolescentes, CPNNA, SAIME, Secretaria General de Seguridad Ciudadana, Dirección Regional de Salud, ZODI Delta Amacuro y CICPC.

Los ciudadanos fueron trasladados en unidades con las medidas de bioseguridad reglamentarias a las instalaciones del gimnasio cubierto de Tucupita, donde se les practicaron las pruebas de descarte del COVID-19, dictar las medidas de protección a los menores que llegaron sin representantes y a los que no aplicaran, serán retornados a sus hogares de origen.

“Al llegar a Tucupita nos esperaban autoridades criollas, Sebin, Cicpc, fiscales, médicos, policías o sea había un movimiento inmenso de funcionarios, allí nos revisaron los médicos y nos reseñó el Cicpc, aunque no sé por qué, ¿cuál es el delito de regresar a mi país?

“Luego nos montaron en un bus rojito hasta Maturín por cortesía del gobierno nacional y de allí me vine pagando pasaje hasta aquí. En Trinidad me quitaron el carnet de estadía de ese país, y se quedaron con los teléfonos y otras pertenencias, o sea quisimos salir y nos acusan de ingresar, nos roban las pertenencias y nos juzgaron allá y aquí nos reseñaron como delincuentes; tan solo quiero es trabajar para labrar un mejor porvenir para mis hijos y familia, ojala otro venezolano no pase por esta experiencia, si aquí contáramos con futuro no nos arriesgáramos  a salir a trabajar fuera de nuestras fronteras”.  Finalizó Robert.

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