Wismar Marval /
¡Para muestra basta un botón!…así dice un dicho conocido en nuestro país, tan solo basta con realizar un recorrido por los sectores de Puerto Cabello y observar la cantidad de adolescentes con el vientre abultado, o sea embarazadas. Hay que recordar que estos nacimientos de niñas pariendo otros niños no distingue condición social.
Foto / Referencial
Un embarazo no planificado trae consecuencias en la niña o adolescente que, en su mayoría, abandonan los estudios, y muchas son excluidas de su seno familiar y hasta abandonadas por el padre biológico del bebe que lleva en su vientre.
Aunque otras logran contar con todo el apoyo de sus padres para salir adelante y estos luego se encargan de ayudar al crecimiento del nieto (a).
La situación que se vive en el país ha hecho que las parejas planifiquen sobre la cantidad de hijos a procrear, pero luego de conocerse el embarazo comienzan las preocupaciones, por lo costosos de los pañales, leche, medicinas, consultas médicas, ropa, coche, cuna, productos de aseo personal y para de contar.
Podrían existir múltiples causas en el incremento de estos embarazos en los adolescentes de la costa carabobeña, los cuales podrían ser desinformación en hogares y escuelas sobre el tema sexual, la escasez y el alto precio de las pastillas anticonceptivas y preservativos aunado al poder adquisitivo de los protagonistas de la relación amorosa.
Sobresale que un joven sin recursos económicos pero que mantiene relaciones con su pareja no puede adquirir la caja de pastillas anticonceptivas ya que estas se consiguen en farmacias por el precio de 2 millones de bolívares o sea 5 $ esto dependiendo de la marca. Mientras que el precio de los condones está entre 700.000 y 1 millón de bolívares (2-3 dólares).
Según cifras extraoficiales un 80 % de los jóvenes conocen sobre las relaciones sexuales, pero la curiosidad, expectativa y deseos de tener sus primeras experiencias los impulsa a cometer sus actos sin ningún tipo de protección, provocando el embarazo.
Se desconoce si en Puerto Cabello llevan un control de adolescentes embarazadas y su consulta prenatal y si manejan estas cifras.
“Tengo rato buscando ayuda para mi embarazo y hasta ahora no he conseguido nada, necesito ir a consultas prenatal, una canastilla y vitaminas, tengo 5 meses de embarazo y no cuento con el apoyo familiar y menos de quien me embarazó que fue llevado a otro lugar del país, por sus padres al saber que yo estaba embarazada de él,” dijo Yilda una menor de edad en estado de gestación.
“Las consultas prenatales están muy caras entre 5 y 10 dólares y con ese dinero de tenerlo, yo puedo al menos comer una semana y ayudar al crecimiento de mi beba, estoy buscando que hacer pero nadie le da trabajo a una menor preñada, gracias a dios he conseguido ayuda de personas desconocidas de buen corazón pero no es siempre” enfatizó.
De acuerdo con el artículo 50 de la Ley Orgánica de Protección del Niño, Niña y Adolescente: “Todos los niños, niñas y adolescentes tienen derecho a ser informados e informadas, educadas o educados, de acuerdo con su desarrollo, en salud sexual y reproductiva para una conducta sexual y una maternidad y paternidad responsable, sana, voluntaria y sin riesgos”.
“El Estado, con la activa participación de la sociedad, debe garantizar servicios y programas de atención de salud sexual y reproductiva a todos los niños, niñas y adolescentes. Estos servicios deben ser de programas accesibles económicamente, confidenciales, resguardar el derecho a la vida privada de los niños, niñas y adolescentes y respetar su libre consentimiento, basada en una información oportuna y veraz. Los y las adolescentes mayores de catorce años de edad tienen derecho a solicitar por sí mismos y a recibir estos servicios”.
La adolescencia peligrosa
Según la Organización Mundial de la salud (OMS), el embarazo en adolescentes es un tema que requiere más educación y apoyo para alentar a las niñas a retrasar la maternidad hasta que estén preparadas.
La adolescencia es el período en la vida de una persona que comprende entre los 10 y los 19 años. En algunos casos la adolescencia se ve interrumpida cuando la joven se queda un embarazo. Y es que, una de cada cinco mujeres en el mundo ya tiene un hijo antes de los 18 años y cada año se producen 16 millones de nacimientos de mamás adolescentes. En las regiones más pobres del planeta a una de cada tres mujeres son madres en la adolescencia.
La adolescente no está preparada ni física ni mentalmente para tener un bebé y asumir la responsabilidad de la maternidad. Las adolescentes que se quedan embarazadas presentan en muchos casos: Cuadros de mala nutrición, con carencia de nutrientes esenciales para el buen desarrollo del bebé, Un mayor número de abortos espontáneos- Partos prematuros, hay un gran número de bebés de adolescentes que nacen antes de la semana 37 de gestación- Sus bebés tienen un peso bajo ya que la inmadurez de su cuerpo hace que su útero no se haya desarrollado completamente – Las mamás adolescente tienen niños con más problemas de salud y trastornos del desarrollo- En los casos de embarazos de niñas de menos de 15 años, el bebé tiene más posibilidades de nacer con malformaciones.
Venezuela con una alta tasa de embarazos en adolescentes
Según una nota ubicada en internet, Venezuela sería el país de Sudamérica con mayor tasa de embarazo adolescente. Y el tercero de todo el continente solo por detrás de Nicaragua y República Dominicana. Según datos de la Organización de Naciones Unidas, 91 de cada 1.000 gestantes tiene menos de 18 años. Un problema asociado principalmente a familias disgregadas y de bajos recursos que se repite generación tras generación y que el Gobierno venezolano asume como el segundo gran problema de salud sexual.
Se presume que la edad media de iniciación sexual en Venezuela se sitúa entre los 12 y 14 años de edad, lo que unido a la escasez de información y a la falta de prevención crean el caldo de cultivo de los embarazos precoces.
Las adolescentes no suelen usar métodos anticonceptivos en sus primeras relaciones sexuales y, a pesar de que nueve de cada diez los conoce, solo 1 de cada diez los usa, según datos de la Encuesta Nacional de Población y Familia.